Jigoku Shoujo fue uno de los animes en emisión del
verano 2017 y, sin dudas, es poco convencional. En resumidas cuentas, muestra
historias sobre venganzas consumadas o inconclusas. Muestra el odio de una
persona hacia otra porque asesinaron a su hijo, porque es víctima de matoneo,
porque la justica falla a favor de un delincuente que se sabe que es culpable
(por la historia), etc. Son historias bastante cortas que, en medio de todo,
una página de internet se muestra como la salvación y la solución de todo odio
y rencor. Sin embargo, maldecir a una persona es un arma de doble filo. Enma Ai
(la chica infernal) concede el deseo de la venganza mandando a la persona que
uno desee al infierno; no sin antes decir que después, cuando mueras, va a
llevarte también al infierno. La decisión es tuya.
Fuente: Animexis.com.br; Aniplex; Sentai Filmworks
La venganza apunta principalmente a “darle lo que se merece”
al otro por afectar nuestras vidas, nuestros intereses y gustos. Es un tipo de
catarsis y de solución al dolor y sufrimiento que se siente. Algo parecido a la
Ley del Talión expuesta en el Éxodo de la Biblia cristiana y su expresión “ojo
por ojo, diente por diente”. Aunque la chica infernal muestra solo una sola
salida: mandar a una persona al infierno sin importar qué tipo de odio sea. Si
quieres vengarte con la chica infernal, ese es el resultado. Esto nos arroja el
primer problema del anime, el valor del odio.
Para abordar este valor, vamos a tomar 2 conceptos: la
justicia y el amor. El primero busca, como ideal político y social, el
beneficio común, la forma en que las personas son tratadas entre sí y la solución
de conflictos (o rencores) entre dos partes. Para el caso de la venganza, nos
resulta útil pensar en ella como un tipo de justicia última, donde falla el
ideal de justicia y no resuelve el conflicto o los intereses de las personas.
Lo más parecido a ello es una sociedad sin Dios ni Ley en el que todos van
contra todos, o como mejor lo describe Thomas Hobbes como “el hombre es lobo
para el hombre”. Aquí, la única retribución o resarcimiento “justo” es el herir
o dañar al otro. Su valor depende únicamente de la víctima o el afectado.
Para el amor, tomamos una definición lo más cercana al valor
cristiano de unión o hermandad, donde la empatía juega un papel importante: Entender
al otro y comprender su situación. Ése es valor que buscamos para compararlo
con el odio. La venganza y el rencor son casi una inversión del amor, donde lo
que se busca es que el otro, esa otra persona que nos hizo daño, sienta de
alguna forma ese dolor que tuvimos que soportar. Nuestros rencores se
convierten en ese punto en común entre los 2 seres. En ambos casos, se quiere
demostrar a la otra persona lo que sientes, solo que la venganza no busca
siempre generar una unión en el otro. Lo quiere es demostrar y aplicar ese
dolor y sufrimiento en la otra persona.
Para terminar, no queda más que, quienes estén leyendo esto,
se sientan atraídos o curiosos por este anime que despierta esa venita de duda
y asombro sobre el comportamiento humano, la moral y su ética. Esto es un
pequeño abrebocas de una discusión amplia sobre la justicia, el rencor, la
venganza y el amor.
Éste anime tiene sus inconvenientes para atraer a mucho
público, no tiene fanservice, no muestra una historia profunda de heroísmo o
batallas tipo shounen, ni mucho menos muestra una historia amorosa (o harem)
que se desenvuelve conforme avanzan los capítulos. Es entendible hasta cierto
punto que parezca aburrida por la misma tendencia de los capítulos; es decir,
nos narra una serie de odios entre personajes por alguna razón, la chica
infernal aparece y le dá la opción de vengarse a uno de ellos, la persona
obtiene lo que pidió y alguien es mandado al infierno. Pero lo más interesante
del anime es que deja todo eso a un segundo plano y expone el gran dilema
humano del odio y rencor hacia una persona. Ese es el fuerte del anime. Algo
similar a animes como Death Note, donde la decisión de matar a una persona (o
enviar a alguien al infierno) despierta un interés profundo sobre la ética y
moral del ser humano.
Marco Antonio Salas Tovar